jueves, 29 de marzo de 2012

apretar desde abajo, o la estructura en la vida

Hace mucho que no escribo, y creo que una buena manera de volver al blog es citando a uno de los libros que más me ha influido: Rayuela, de Julio Cortázar. El efecto que me produjo esta historia al leerla, es el de querer ver las cosas siempre desde otro punto de vista, tal vez más mágico, y el de intentar disfrutar plenamente de la vida, incluso sabiendo que aquello que buscamos (porque siempre estamos buscando algo) aún está lejos, o es demasiado borroso o indefinido como para dejarnos claro hacia donde nos debemos encaminar.

"(...) y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico."


Romper este tipo de estructuras, por más insignificantes que parezcan, es un gran paso a la hora de escapar a una rutina diaria que sólo nos puede traer aburrimiento y malhumor. Tratar de ver la vida como si cada día fuera distinto, ese es el objetivo.

martes, 6 de marzo de 2012

¿El vaso medio lleno o medio vacío?.




Vale la pena perder unos minutos y leer un poco la vida de François de La Rochefoucauld en wikipedia



(http://en.wikipedia.org/wiki/Fran%C3%A7ois_de_La_Rochefoucauld_(writer)) y participar -asi sea de espectador- en la tormentosa vida de este escritor francés. Digna de una novela, este militar, político y Don Juan vivió intensamente sus 66 años y nos ha legado algunas perlas en sus escritos.
Sigo sosteniendo la teoría que este tipo de personas tiene un entendimiento y una percepción más profunda y especial de la vida; acerca de sus secretos y misterios. Como si ellos realmente hubiesen sido actores principales y no secundarios, y tuvieron que hacer todo el sacrificio para estar a la altura del papel. Ese esfuerzo y pasión les ha proporcionado gloria y miseria; los ha participado en el ancho camino de la vida y no solo a lo largo.
Me quedo con una frase de él que encontré en la web y que resalta la actitud que le ponemos a la vida y como nos enfrentamos a sus pruebas. Para tener en cuenta.

"No hay circunstancia, por infortunada que sea, de la cual una persona inteligente no saque alguna ventaja; y no hay circunstancia, por feliz que sea, que el necio no convierta en una desventaja.".
François de La Rochefoucauld

lunes, 21 de noviembre de 2011

El legado de Fischer


Cuando me enteré de la noticia de la muerte de fischer en el 2008 tuve una mezcla de sensaciones: un poco de tristeza, nostalgia y asombro. Tan sólo a sus 64 años -igual que el número de casillas que componen a un tablero de ajedrez- se fue el genio y el loco. Pero por sobre todas las cosas se fue el hombre apasionado que se consumió en su propio medio y bajo sus propias reglas que alimentaron el único fin en su vida: ser campeón mundial de ajedrez.
Este americano de brooklyn abrazó el ajedrez desde niño y se propuso ser el mejor ajedrecista del mundo. Para ello no escatimó tiempo ni esfuerzos - dejó la escuela y hasta aprendió algo de ruso para poder tener acceso a la información ajedrecística de aquél país- su vida fue ajedrez las 24hs ("Todo lo que quiero hacer, siempre, es jugar al ajedrez") y el perfeccionamiento infinito que le permitiera acercarse a su meta.
El ajedrez pagó la dedicación: ganó importantes torneos y eventualmente fue campéon del mundo obteniendo bastante dinero, quebró asombrosos récords y sus caprichos y delirios fueron famosos. Fue reconocido y admirado en el mundo entero, y para muchos ajedrecistas era Dios mismo.
En la vida real el costo que tuvo el ajedrez en la personalidad de fischer fue brutal y lo convirtieron en un fenómeno: huraño, paranoico, con momentos de avidez religiosa, fugitivo de la justicia y siempre obsesivo, encontró en la vida las paradojas que en el mundo del ajedrez no existían.
La historia de fischer tiene la particularidad que es paradójica e intensa por dónde se la mire. Así que el mismo héroe -premiado con la portada de la revista Time- que derrotó a Spassky y a la máquina ajedrecística rusa en el apogeo de la guerra fría en 1972 recibiendo un llamado del propio presidente americano para que fuera posible, fue el que escupió sobre los documentos americanos que le impedían llevar a cabo su match revancha en 1992 en una Yugoeslavia sancionada por la ONU - en su reaparición en el ajedrez- y lo que le valió una orden de arresto.
En la última etapa de su vida en Islandia dónde pasaba la mayoría de su tiempo leyendo libros y evitando gente; le invadía un deseo total de anonimato- pero así también de decepción que no lo reconozcan- encontré una frase del propio Fischer que me pareció reveladora.
Esta frase posee mayor fuerza por tratarse del personaje en cuestión con todos sus desvarios, miserias y glorias de su vida y elucubrada cuando quizá intuía que le quedaba poca cuerda:

‘‘Nothing soothes as much as the human touch.’’ Bobby Fischer

("Nada calma tanto como contacto humano").

Ulysses

Tres años me llevó terminar el Ulises de James Joyce. Apenas lo compré, leí de un tirón la mitad del libro. Luego, por diversas circunstancias, tuve que dejarlo de lado un par de semanas. Cuando lo volví a retomar, me di cuenta que no había retenido NADA de lo que había ocurrido, por lo que opté por recomenzarlo. De más está decir que intentar comprender lo que ocurre página tras página implica un ejercicio de paciencia y concentración bastante importante. Esto es, con seguridad, lo que tanto amaba Cortázar de Joyce.

Para festejar, pues, extraigo una frase del libro, donde uno de los protagonistas define al mar como ningún poeta antes había logrado:

"The snotgreen sea. The scrotumtightening sea." (El mar verde moco. El mar tensador de escrotos.)

Poco que agregar. Una novela con 18 capítulos. Cada capítulo con su propia técnica narrativa, rompiendo con todo lo establecido para su época (1922 es el año de publicación). Una historia que ocurre en un solo día: 900 páginas persiguiendo a dos irlandeses por Dublín el 16 de junio de 1904. Cuesta horrores terminarla (el último capítulo, de unas cincuenta páginas, no tiene ningún signo de puntuación), pero creo que el ejercicio vale la pena.

viernes, 28 de octubre de 2011

utopía

No existen los absolutos. Uno puede plantearse qué significaría alcanzar la felicidad, o mediante qué acciones le daríamos sentido a nuestra vida. Sin embargo, en el hipotético caso de que cumpliéramos con esos objetivos, ¿entonces qué?

En realidad vivimos en una búsqueda constante de nuestro lugar en el mundo o, lo que es lo mismo, de hacer que el mundo sea nuestro lugar. Y es mediante esa búsqueda que nos definimos. No en el dónde queremos llegar, ya que eso es común a casi toda la humanidad, sino en el cómo recorremos el camino. Y lo más importante: que tengamos el valor de seguir avanzando, aún cuando nuestros sueños parezcan imposibles.

La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar


Eduardo Galeano.

lunes, 24 de octubre de 2011

"Eppur si muove... "(Y sin embargo se mueve....)


La historia está cargada de imprecisiones, distorsiones o simplemente exageraciones en cuánto a los hechos acontecidos.
Esto se hace aún más arbitrario cuando se trata de frases célebres. Recuerdo haber leido algo de Sábato al respecto y mi propia lógica o sentido común -además de experiencia- me dicen que cuando se trata de momentos importantes de la historia uno tiene que valorar el contexto para analizar si realmente ese fue el momento que el protagonista la dijo o si se trata de un mito o un adorno de los historiadores.
En 1616 la iglesia censuraba -oficialmente- las teorías copernicanas condenádolas como "una insensatez, un absurdo en filosofía, y formalmente herética". (!?)
Galileo Galilei era ante todo un hombre de sentido común y pronunciar la frase del título ante el tribunal de cardenales de la Inquisición -en dónde era sometido a un juicio -en 1633 al que ya estaba condenado de antemano- era desafiante y podía ocasionarle aún más problemas. Admitir su propia "culpa" evitaba la tortura y podría conseguir un "trato benevolente" que fue un arresto domiciliario de por vida.
Giordano Bruno no había tenido tanta suerte; había sido mandando a quemar -en 1600- por el mismo cardenal Belarmino que había dado la orden en el caso Galileo. En su caso, había sido por sus teorías cosmológicas -copernicanas; sostenía además que había múltiples sistemas solares y que el universo era infinito, algo que chocaba abiertamente con modelo heliocéntrico de la iglesia, conocimiento "extraido directamente" de las sagradas escrituras.
La frase me parece que fue pronunciada en otro momento, y carga una mezcla de resignación con humildad de saber que se trata de una verdad absoluta.
Es interesante notar que Galileo recibió una formación religiosa desde su infancia que incluso lo llevó a plantearse llevar una vida religiosa, pero su padre lo rescató a tiempo y lo encaminó para la universidad de pisa dónde estudió matemáticas, filosofía y medicina; lugar sin dudas en el cuál su mente se abrió y enriqueció. Fue el primer y más importante paso para convertirse en un hombre fundamental de la revolución científica a lo largo de la historia.
Su idea que en lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona es sin dudas un alegato a favor de la libertad como así tambien de la lógica y es una conclusión de los problemas que tuveo con el clero y con todos los ignorantes en general. Y además creía que había dos tipos de mentes poéticas: una apta para inventar fábulas y otra dispuesta a creerlas. (otro palo más para la iglesia)
Pasó el tiempo, quedaron en el olvido los nombres de muchos hombres de la iglesia -desde papas a cardenales- y el nombre de Galileo y su asociación como el "padre de la observación moderna en la astronomía" sigue vigente; y más importante aún: La Tierra se mueve...

jueves, 13 de octubre de 2011

la moral

Hoy en día podemos afirmar que la moral predominante (al menos en occidente, y más en América que en Europa) es una moral cristiana. Una moral donde el placer no puede disociarse de la culpa, y donde el sufrimiento es una virtud. Donde la necesidad de trabajar (muchas veces de forma esclavizante) se asocia a la dignidad.

Es refrescante, entonces, saber que ya en el siglo XVIII había filósofos que se oponían a esa manera de ver la vida:

"Jouis et fais jouir, sans faire de mal ni à toi ni à personne, voilà, je crois, toute la morale". (Goza y haz gozar, sin hacer daño ni a tí mismo ni a los demás, eso, creo yo, es toda la moral). 
Nicolás de Chamfort (1741-1794)










Una definición sencilla, elegante. El ser humano está capacitado para darse cuenta si sus actos son buenos o malos, moralmente hablando. A lo sumo puede intentar engañarse, buscar un razonamiento que le impida sentirse culpable. Pero en el fondo, el inconsciente se encargará de mantener vivo todo recuerdo.

Según Chamfort, no hay mucho que razonar: en unas pocas palabras enuncia lo que debería guiarnos en nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás. No hay necesidad de tergiversar los valores.

A veces, la verdad es demasiado simple.