miércoles, 13 de julio de 2011

El oficio de vivir


"La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo ya hay que morirse." Ernesto Sabato

Una de las cosas que más me impresiona cuando muere alguien muy conocido o "importante" es la naturalidad neutra que subyace en las biografías: nació en tal lado, vivió en tal otro, estudió aquí y allá, hizo tal trabajo, se casó con fulana, tuvo tales hijos, realizó las siguientes obras importantes, y murió en tal año.
Podríamos hacer el mismo ejercicio con nosotros mismos, y la vida de una persona queda reducida de una forma impersonal a una lectura de cinco minutos con todo lo que hizo. Si hay fotos que acompañan al texto, entonces las imágenes son fieles testigos del paso del tiempo y es mucho más natural entender- y sobre todo aceptar y corroborar- lo que se lee.
La vida de Sabato fue intensa, intempestuosa y contradictoria como fue el mismo, y éste no fue un autor de best-sellers sino que escribió visceralmente con el estómago y sufriendo por cada palabra impresa -las que se salvaron del fuego-. Estoy convencido que el entendía la literatura así, cómo la de muchos de sus admirados: Kafka, Dotoievsky, Joyce, Tolstoi, Cervantes, Proust, Melville, Gogol entre otros. (pensemos que poseía una biblioteca de más de 5.000 libros para tener una idea)
Debemos aprender de aquellos valientes -cuando se trata de artistas ellos son los verdaderos valientes- que fueron capaces de hurgar en su alma y lidiar con sus miedos, sus miserias y sus angustias sin desesperarse ni caer en la muerte o la locura. (triste destino de muchos genios)
Aquellos que tuvieron la fortaleza o la convicción a lo largo de su vida de sostener muchos pensamientos, preguntas y preocupaciones -que nos abarcan a todos- que eventualmente quedarían sin respuestas y no por ello claudicar en el intento.
El hecho de que una vida como la de sábato sólo pueda quitarnos unos pocos minutos es la propia tesis de este dicho. Y como prueba debiera ser que ser más que suficiente para que nos demos realmente cuenta que la vida es un suspiro, un parpadeo y que no hay que postergar cosas para dejarlas más adelante.




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